lunes, 21 de octubre de 2013

GLOBALIZACIÓN 11° ENTREGAR EL VIERNES 25 DE OCTUBRE

DEFINIENDO LA GLOBALIZACIÓN


Existen múltiples interpretaciones del concepto "globalización", todas ellas enmarcadas dentro de parámetros ideológicos y políticos, unos más o menos rígidos, otros más o menos eclécticos. En términos generales, la globalización es analizada desde posiciones tecnoeconómicas, socioeconómicas, políticas, geopolíticas, partidistas, religiosas, etc. No obstante, existen rasgos comunes a todas las interpretaciones, en el sentido de ver en la globalización una etapa avanzada de la división internacional del trabajo, la cual se caracteriza por una mayor interacción e interdependencia de los factores y actores que intervienen en el  proceso del desarrollo mundial. Estos factores y actores son de índole económica, social, política, ambiental, cultural, geográfica, etc., e involucran relaciones entre Estados,  regiones, pueblos, empresas, partidos, etc. Existen, sin embargo,  posiciones claramente divergentes que es necesario analizar.

·        Los defensores de la globalización

Para los defensores de la globalización ésta consiste en la profundización de la interdependencia económica, cultural y política de todos los países del mundo. Entre los principales argumentos a favor de este enfoque se destacan, por ejemplo, el incremento inusitado del comercio mundial de bienes y servicios, así como del flujo de capitales, gracias, entre otros factores, al avance de los medios de transporte, así como al uso de las nuevas tecnologías de información y comunicación/,[2] las cuales han hecho posible una mayor integración de los países, mediante el uso de recursos apoyados en las tecnologías satelitales y, especialmente, de la Internet, la red de redes mundial. Es tal la importancia de estos cambios tecnológicos que algunos autores consideran que han provocado el surgimiento de una especie de "nuevo continente sin tierra", en el cual las fronteras convencionales prácticamente desaparecen, dando lugar a la aparición de una "nueva economía" (OHMAE, 2000). A este proceso contribuye, supuestamente, la reducción de aranceles y de trabas a la circulación del capital entre los países.

Para los defensores de la globalización ésta se presenta como un fenómeno históricamente irreversible, al cual deben sumarse todos los países, si no quieren perder  el tren del desarrollo./[3] En este mismo sentido se expresa Reich, para quien en el futuro “no existirán productos ni tecnologías nacionales, ni siquiera industrias nacionales. Ya no habrá economías nacionales, al menos tal como concebimos hoy la idea” y lo único que le queda a los países, como bien fundamental, es su población con sus capacidades y destrezas. Por eso “la principal misión política de una nación consistirá en manejarse con las fuerzas centrífugas de la economía mundial que romperán las ataduras que mantienen unidos a los ciudadanos –concediendo cada vez más prosperidad a los más capacitados y diestros, mientras los menos competentes quedarán relegados a un más bajo nivel de vida”(REICH, 1993: 13).

A pesar de sus críticas a las imperfecciones del mercado, Soros considera que  “el sistema capitalista puede compararse con un imperio cuya cobertura es más global que la de cualquier imperio anterior. Gobierna toda una civilización y, como en otros imperios, quienes están por fuera de sus murallas son considerados bárbaros. No es un imperio territorial porque carece de soberanía y del boato de la soberanía; de hecho, la soberanía de los estados que pertenecen a él es la principal limitación de su poder y su influencia”. Según el autor, este imperio es casi invisible, pues carece de una estructura formal, y la mayoría de sus súbditos supuestamente “no saben que están sometidos a él”, aunque su poder hace que quienes le pertenecen no puedan fácilmente abandonarlo (SOROS, 1999:135).

Otros interpretan el proceso actual del desarrollo planetario como una especie de “mundialización”, que en el fondo coincide con el enfoque globalizante. Así, por ejemplo, para Nayyar la mundialización “puede entenderse simplemente como la organización y la expansión de las actividades económicas a través de las fronteras nacionales...... como un proceso relacionado con una creciente apertura económica, una creciente interdependencia económica y una mayor integración económica de la economía mundial”(NAYYAR, 2000: 7).

Desde el punto de vista de la cultura, uno de los defensores de la globalización en Latinoamérica es el escritor peruano Mario Vargas Llosa, quien considera que lejos de destruir las culturas nacionales, la globalización genera oportunidades para su desarrollo e internacionalización. Para el autor, “... una de las grandes ventajas de la globalización, es que ella extiende de manera radical las posibilidades de que cada ciudadano de este planeta interconectado -la patria de todos- construya su propia identidad cultural, de acuerdo a sus preferencias y motivaciones íntimas y mediante acciones voluntariamente decididas. Pues, ahora, ya no está obligado, como en el pasado y todavía en muchos lugares en el presente, a acatar la identidad que, recluyéndolo en un campo de concentración del que es imposible escapar, le imponen la lengua, la nación, la iglesia, las costumbres, etcétera, del medio en que nació. En este sentido, la globalización debe ser bienvenida porque amplía de manera notable el horizonte de la libertad individual”/.[4]

En síntesis, la globalización se presenta como el proceso en el cual se da una integración y complementariedad de los aspectos financiero, comercial, productivo y tecnológico, nunca antes visto. Esto produce la sensación de que “la economía mundial ya no es una sumatoria de economías nacionales, sino una gran red de relaciones con una dinámica autónoma” (WOLOVICK, 1993).

Las estadísticas aparentemente también corroboran la validez del argumento en favor de la globalización. De acuerdo con la OMC, entre 1948 y 1998 el comercio mundial de mercancías se multiplicó por 18 veces, a un promedio del 6% anual, especialmente las exportaciones de manufacturas que aumentaron en 43 veces. La producción mundial de las mismas se multiplicó por 8 veces, a un promedio anual del 4,2%. La parte del PIB mundial destinada al comercio de mercancías se elevó del 7% al 17,4%.  En 1998 el volumen del comercio mundial total ascendió a 6,6 billones de dólares, de los cuales 5,3 billones (80%) correspondían a mercancías y 1,3 billones (20%) a servicios comerciales/.[5] Las exportaciones por habitante se incrementaron de 123 dólares a 951, es decir en 7,7 veces, a un promedio anual del 4,2%/[6]. Durante el  período analizado el PIB mundial pasó de cerca de 4 billones  a 27,6 billones de dólares, con un aumento promedio anual del 4%, mientras que el PIB por habitante pasó de 1.591 a 4.623 dólares, con un crecimiento promedio anual del 2,2%, mostrando un franco deterioro, especialmente durante el período 1990-1998, cuando decreció en promedio el 1,4%, al tiempo que el PIB creció en promedio el 2,6%. Mientras tanto, la población mundial pasó de 2.473 millones de personas en 1948 a 5.973 millones en 1998, con un crecimiento promedio anual del 1,8%, muy por debajo del crecimiento del producto mundial (OMC, 1999).

Igualmente impresionante ha sido el incremento de los flujos de inversión extranjera directa (IED). De acuerdo con la OMC, entre 1973 y 1998 estos se multiplicaron por 27, a un promedio anual del 14%. Solo en 1998 el volumen de estos flujos alcanzó la suma de 645 mil millones de dólares, contra 24 mil en 1973 y 60 mil en 1985. El monto total acumulado de IED en el mundo alcanzaba en 1998  la cifra de 4,1 billones de dólares. La proporción de IED con respecto al PNB a escala mundial más que se duplicó durante 1980-1997, al pasar de 5,0% al 11,7%.  En los países en desarrollo este factor se multiplicó por 3, al pasar del 5,9% al 16,6% durante el mismo período, mientras que en los menos adelantados aumentó del 2,2% al 5,7%(OMC, 1999).

Como podemos observar, tanto el incremento de la actividad económica mundial, como los cambios cualitativos en las principales fuerzas productivas, han sido significativos, especialmente a partir de la década del setenta en el siglo XX. Este ha sido el principal argumento para justificar el enfoque globalizador de la actual fase del desarrollo planetario. No obstante, los indicadores económicos no favorecen por igual a todos los países dentro de la división internacional del trabajo, ni tampoco el comercio mundial es el motor del desarrollo, como podría esperarse.

·        Los detractores la globalización


Para algunos de los que están en contra de la globalización como criterio para definir la etapa actual del desarrollo mundial, ésta no es más que una nueva forma de colonialismo, puesto que en el fondo lo que se ha  hecho es reemplazar viejas formas de sometimiento, por otras más sofisticadas, impidiendo superar la distribución desigual del poder y la riqueza en el mundo./[7]

Según el SELA,  la globalización se presenta como una ideología que “enaltece el fundamentalismo del mercado, exalta la libertad de comercio, impulsa el flujo libre de los factores de la producción (excepción hecha de la mano de obra, que continua sometida a numerosas restricciones de diverso tipo), propugna el desmantelamiento del Estado, asume la monarquía del capital, promueve el uso de las nuevas tecnologías, favorece la homologación de las costumbres y la imitación de las pautas de consumo y fortalece la sociedad consumista”(SELA, 2000b).

Desde la orilla de la sociología se critica el enfoque reduccionista de la globalización a tan solo los fenómenos económicos y tecnológicos, en el cual no se tiene en cuenta el papel de los actores sociales. Según Mato, quienes fetichizan la globalización la representan “como si se tratara de una suerte de fuerza suprahumana que actuaría con independencia de las prácticas de los actores sociales” y de expresiones culturales como los valores, las costumbres, las artes, etc(MATO, 2001). 

Una critica al hecho de no tener en cuenta el factor cultural cuando se explica  el fenómeno de la globalización lo hace el SELA al afirmar que “la discusión de la dimensión cultural de la globalización no está incorporada explícitamente en la mayoría de los modelos de economía política (tanto los del neoliberalismo como de sus opositores) y ocupa un papel relativamente menor en las teorías de relaciones internacionales. Sin la dimensión cultural es muy difícil impartirle coherencia a una lectura del mundo contemporáneo en el cual el nacionalismo, la religión y los conflictos interétnicos tienen una influencia equivalente a los aspectos internacionales y seculares. Los modelos de economía política y de relaciones internacionales actualmente vigentes no pueden por sí solos explicar, dar sentido y proponer políticas orientadas a la solución de los problemas multidimensionales que hoy enfrentamos”(SELA, 2000 a).

Otro crítico de la globalización afirma que “más que un término (la Globalización), es una obscura mancha que se viene extendiendo al interior de la economía mundial y comienza a dominar el escenario y éste es el espacio productivo ganado por la gran corporación. De modo que lo que se indica como “globalización” no es otra cosa que la cutícula externa de una inmensa internacionalización concentradora del capital que tiene su sujeto activo en la Corporación Transnacional”(GARCÍA M, 2001)

Para Samir Amín, uno de los más radicales críticos del capitalismo en general, y del capitalismo global, en particular, “el capitalismo real es necesariamente polarizador a escala global, y el desarrollo desigual que genera se ha convertido en la contradicción más violenta y creciente que no puede ser superada según la lógica del capitalismo”(AMIN, 2001).  En este mismo sentido reaccionan los nuevos sepultureros del llamado ultraimperialismo, basándose en las contradicciones que aquejan a las potencias desarrolladas, tanto en lo económico como en lo político y lo social,  y su impacto negativo sobre el resto del mundo/.[8]

Otros analistas consideran que la euforia globalizadora se intensificó después del derrumbe del socialismo eurosoviético, lo que significó el retorno  de la historia a su “cause natural”, es decir, el de la universalización del capitalismo. En forma irónica estos autores afirman que a partir de entonces la globalización se nos presenta como “el fundamento inexorable” del nuevo orden poscomunista mundial. Es la “nueva aldea global”, en la cual supuestamente la comunidad capitalista mundial se encuentra en proceso de “armonización y homogeneización”, y en donde el universo de aparatos electrónicos, “acortan tiempos y distancias y universalizan las condiciones de vida y las "fabulaciones" humanas” (CERVANTES, 2001)/[9].

Resulta curioso que uno de los más connotados representantes del capitalismo financiero especulador, George Soros, se manifieste en contra de lo que el llama el “fundamentalismo” de mercado, al cual responsabiliza de que "el sistema capitalista global carezca de solidez y sea insostenible"(SOROS, 1999:22), amenazando a una supuesta “sociedad abierta”/.[10] Es más, para Soros el sistema capitalista global, como todo imperio, tiene un centro que “se beneficia a costa de la periferia” y, lo más importante, “exhibe algunas tendencias imperialistas” y “lejos de buscar el equilibrio, está empeñado en la expansión”(SOROS, 1999: 135-136). Esta crítica, como pudimos constatarlo más arriba, de ninguna manera cuestiona al sistema como tal, sino a las imperfecciones de su funcionamiento./[11]

Otros autores, ante el fracaso de la estrategia neoliberal de lograr la integración del capitalismo mundial, donde supuestamente desaparecerían las desigualdades entre los países, y ante los claros signos recesivos de las economías más desarrolladas, optan por decretar el fin de la globalización/.[12] En general, las fuerzas políticas que lideran los cambios mundiales en la actualidad cuestionan seriamente los alcances del enfoque neoliberal, sustento teórico de la globalización,  en la solución de los problemas que aquejan a la humanidad.

Las posiciones antiglobalización se manifiestan no solo en los escritos, sino que también se han traducido en acciones concretas de protesta callejera, y no precisamente en los países en desarrollo, sino en el mismo corazón del capital financiero, como han sido los casos de Seattle en Estados Unidos y de varias ciudades europeas. El motivo de estas protestas es la acusación que se hace a organismos multilaterales como la OMC, el FMI y el Banco Mundial, de ser los responsables de los males que padece la humanidad, tales como la contaminación del medio ambiente, el uso irracional de los recursos naturales, la pobreza, las desigualdades, etc.

  • La nueva vieja globalización

Para algunos autores el fenómeno de la globalización no es algo nuevo y a lo largo de la historia se han dado momentos de mayor o menor globalización, desde la época del Renacimiento. El profesor Streeten, por ejemplo, afirma que “si definimos la integración como la igualdad de oportunidades económicas, no obstante las diferencias en los recursos iniciales y el nivel de progreso de los miembros del área integrada, el mundo estaba más integrado a fines del siglo XIX. Si bien las barreras arancelarias impuestas por los países (con excepción del Reino Unido) eran mayores (entre 20% y 40% en comparación con menos del 5% en la actualidad), las barreras no arancelarias eran mucho más bajas; el flujo de capital y dinero en el marco del patrón oro era más libre (no existían los obstáculos al comercio creados por las variaciones del tipo de cambio), y la migración era mucho más fácil: rara vez se necesitaba un pasaporte, y la ciudadanía se adquiría fácilmente”(STREETEN, 2001: 34).[13]

Ferrer va mucho más atrás, cuando afirma que la globalización tiene una antigüedad de cinco siglos. Para este autor, “el surgimiento del primer orden global coincidió con un progresivo aumento de la productividad, inaugurado con el incipiente progreso técnico registrado durante la Baja Edad Media. La coincidencia de la formación del primer orden económico mundial con la aceleración del progreso técnico no fue casual. La expansión de ultramar fue posible por la ampliación del conocimiento científico y la mejora en las artes de la navegación y la guerra”(FERRER, 1998).[14]  Por su parte, Marx y Engels en el Manifiesto ya señalaban cómo, “espoleada por la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos, la burguesía recorre el mundo entero. Necesita anidar en todas partes, establecerse en todas partes, crear vínculos en todas partes”(MARX, 1983: 31).[15] Es interesante resaltar cómo los fundadores del socialismo científico, ya a mediados del siglo XIX preveían la inexorable “globalización” del modo de producción capitalista, gracias al “rápido perfeccionamiento de los instrumentos de producción y al constante progreso de los medios de comunicación...”(MARX, 1983:32).

Posteriormente, los marxistas de comienzos del siglo XX continuaron el análisis de la “globalización” del capitalismo como modo de producción, al interior del cual, según su interpretación, maduraban las contradicciones que lo llevarían a su fin. En los escritos de Lenin, Bujarin, Luxemburgo y otros se muestra cómo en los comienzos del siglo XX el capitalismo de libre competencia había entrado en su fase imperialista, caracterizada por el dominio de los monopolios y el expansionismo económico y político de unas cuantas potencias hacia el resto del mundo. Este capitalismo monopolista, al asociarse al poder del Estado, daría como resultado el capitalismo monopolista de Estado que, según los marxistas, era la antesala del socialismo. Continuando con este razonamiento podríamos decir que si la fase monopolista del capitalismo se tradujo en la consolidación del imperialismo, la fase transnacional del capitalismo monopolista corresponde a lo que eufemísticamente se conoce hoy en día como “globalización”, uno de cuyos rasgos es la reducción del papel del Estado a simple guardián del mercado.

De esta manera, todo parece indicar que el fenómeno de la globalización  tiene sus raíces en los comienzos mismos del sistema capitalista; no obstante, sus características en la actualidad son cualitativamente distintas a las observadas antes de la segunda guerra mundial en el siglo XX, así su esencia en principio siga siendo el expansionismo, el sometimiento y la explotación.

LA REALIDAD DE LA GLOBALIZACIÓN

  • Reconceptualización

Globalización no es lo mismo que homogeneización. Al tiempo que operan tendencias hacia la integración de las economías mundiales, a la destrucción de las fronteras económicas nacionales, a la conformación de un mercado mundial y de una "aldea global", también se consolidan procesos de conformación de megabloques comerciales de carácter regional y se profundizan las desigualdades entre un puñado de superpotencias tecnológicamente más desarrolladas y el resto de países del mundo. Por eso, si bien es cierto que con la profundización de la división internacional del trabajo, especialmente después de la segunda guerra mundial en el siglo XX, se ha acentuado la interdependencia económica, política y cultural entre las naciones, ésta, antes que garantizar la participación de los países en igualdad de condiciones en el llamado “mundo globalizado”, es profundamente asimétrica, en favor de las naciones más avanzadas. La consecuencia de este proceso ha sido la conservación y reproducción de la pobreza en diferentes puntos geográficos del planeta. Se trata en realidad de un mundo de socios desiguales, donde los más poderosos fijan las reglas del juego y poseen los medios para hacerlas cumplir, al tiempo que los más débiles deben someterse a las mismas(NAYYAR, 2000:13).
De hecho, el enfoque de la llamada globalización no es más que el pretexto para justificar la expansión planetaria del capital transnacional, sobre la base de una nueva división internacional del trabajo, en la cual la vieja especialización de los países en la producción completa  de bienes similares, es reemplazada por la especialización en la  producción de partes y componentes que son utilizados para el ensamblaje final del producto en un tercer país. Por eso la globalización, como resultado de una mayor complejidad de la división internacional del trabajo, de hecho significa un mayor control y sometimiento del desarrollo económico, social, político y cultural en la periferia del mundo capitalista, bajo modalidades mucho más sofisticadas  e imperceptibles, de acuerdo con los intereses de las corporaciones transnacionales y los Estados que las representan.[16] 

Sustentada en la fetichización del mercado, la globalización se traduce en la promoción del consumismo desaforado en las naciones opulentas, en la cultura del “úselo y tírelo”(como diría Galeano), con el consecuente deterioro del medio ambiente y el agotamiento de los recursos naturales no renovables. Este modo de consumo se traslada a través de múltiples canales a las naciones menos desarrolladas, las cuales, sin haber alcanzado el nivel desarrollo adecuado, se ven abocadas a asimilar patrones culturales ajenos a sus propias realidades. Como señalo en otro escrito, “Este modelo de consumo  produce distorsiones de índole estructural, impidiendo el desarrollo del mercado interno y generando expectativas de vida  no acordes con la realidad de sus economías. A la larga, estos países terminan convertidos en mercados para los bienes y servicios, así como para el conocimiento, provenientes de las naciones más avanzadas. La alienación intelectual de los dirigentes de los países en desarrollo es bien conocida, igual que los efectos desastrosos de la aplicación, por parte de estos, de las recetas de política económica y social, elaboradas en los centros mundiales del pensamiento”(ROMERO, 2001: 61).[17]

Los adeptos a la globalización tratan de convencernos de las bondades de la libre competencia y de la apertura de los mercados, como premisa para salir del atraso.[18] Sin embargo, al tiempo que predican el libre cambio y la apertura de los mercados nacionales a las mercancías extranjeras, los países más desarrollados adoptan políticas proteccionistas de toda índole, como los subsidios a los productores locales y las restricciones de tipo fitosanitario para los productos foráneos,  limitando de esta manera la entrada de productos agropecuarios y de manufacturas, provenientes de las naciones primario exportadoras.[19] Al no poder expandir sus exportaciones, de acuerdo con las exigencias y barreras impuestas por las naciones opulentas, y ante la estrechez estructural de sus mercados internos(consecuencia de estructuras sociales altamente desiguales), lo cual limita la capacidad de ahorro interno, las naciones menos desarrolladas deben recurrir cada vez más al endeudamiento externo para poder atender las necesidades del desarrollo, dedicando parte importante del producto nacional al pago de las acreencias.

Para entender mejor hasta donde la globalización integra o desintegra a los diferentes grupos de países en el contexto mundial de la economía,  es necesario examinar con detenimiento la situación de la división internacional del trabajo en la actualidad.

7 comentarios:

  1. yo estoy seguro de que la intencion de esto es corchar jajajaja

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  2. profe te pido porfavor que al final de los tremendos escritos aburridisimos pongas los puntos a resolver, gracias :D

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  4. xD esta largo pero bueno entendi algo jejejje xD :P

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  5. ay q cosa tan larga ayuda jajajajaja

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  6. nathaly palau

    Para mi la globalizacion es darnos cuenta como es el desarrollo de los paises , con sus criticas y sus acciones buenas y malas.

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